Tomás, para mi siempre
Tomasín, me envía algunos recuerdos de la infancia. Aunque vive en Cataluña,
está probado su amor a Boñar, al que lleva en la memoria y en el corazón.A él
le debo, alguna que otra foto y alguna colaboración , siempre bienvenidas (la foto
de la casa donde vivió, encima del taller de Macario, me encantó).
Hoy me envía esta foto del altar de la iglesia y sus recuerdos, que son los mios. Que pena que cada generación o pandilla no deje sus memorias hechas libro, esa sería la verdadera historia. Aquí tienes su envío
Hoy me envía esta foto del altar de la iglesia y sus recuerdos, que son los mios. Que pena que cada generación o pandilla no deje sus memorias hechas libro, esa sería la verdadera historia. Aquí tienes su envío
La Iglesia de Boñar
La Iglesia de aquel Boñar de los años 50
tenía un cierto ritual, sobre todo en la misa mayor de los domingos. Las mozas
acudían ataviadas con sus mejores galas, cubriendo su cabeza con velos y
mantillas de bellos bordados. La misa era cantada y en latin, como Dios mandaba
entonces, con la cristalina voz de Celia la de Alejandro y la batuta de D. Julio
el de la Academia… Lástima que el paso de los años se llevara aquel hermoso
canto gregoriano, quedando tan sólo en el recuerdo el eco de su cadencia
mística y sublime.
A la salida de misa, y despues de los saludos
y fisgoneo de rigor, la gente joven tomaba el camino de los bares para
“alternar” y tomar el vermut, o la pista Regil para arrimarse un poco mozos y
mozas, mas que nada por entrar un poco en calor… decían. El Central, la tasca de Quinto el de
Arintero, Claudio, el Angelillo, Blas y Cordobin entonces juntos, el Regil, el
Moreno, el bar Viejo y casa Isidro eran el rosario dominguero que recorría
aquella bulliciosa juventud y no precisamente de rodillas…
Por aquel entonces yo era monaguillo, con
Canina, Cateto y Genaro, que cantaba las misas de requiem con aquella voz
profunda que daba miedo. D. Remigio, que entonces era el párroco, no solía
consumir el vino de la “misa primera”, a lo mejor por tacañica o porque no le
gustaba mucho, vete a saber, y yo me bebía las vinajeras que reservaba para la “misa
mayor”, hecho que le producia un tremendo enfado que al final se le pasaba
viendo la cara de “angelitos” que poníamos ante la regañina. Un dia, toda la
pandilla afinamos la puntería tirando bolas de nieve a la placa de los Caidos
que habia en la pared de la iglesia y pusimos la fachada perdida. Así que nos
cogió por las orejas y nos obligó a limpiarla con una escalera, esponjas y
jabón. A mi me parece que la dejamos peor que estaba, pero él se quedó muy
satisfecho…
Caito, Gelin, los Cucos (tu les conocías muy
bien), Tinín y alguno mas formábamos la panda. Jugábamos a sopas, al manrro,
pelota, pite, arregancho y chorro-morro. Al atardecer Ibamos a peras y manzanas
y hacíamos “porneras”, una especie de “almacén” para el futuro. A la Sra.
Presenta le comprábamos cigarros de anís, y de algun lugar del que no quiero
acordarme sacábamos alguna botella de anis y luego íbamos a la “huerta de las asturianas” a montarnos
la vida… Los dias de calor los pasábamos en el Soto. El Castaño, los Chorros, la Presa y el pozo
la Arena eran nuestros caladeros para bañarnos, chapotear y gritar como locos.
Tenía razón aquel sabio que dijo que en el
rio nunca podríamos bañarnos en el mismo agua… Ese rio, rio de la vida que bañó
y acogíó nuestra niñez, se fue de nuestra orilla y nosotros tambien nos fuimos
como los pájaros se van a sus espigas en cuanto aprenden a volar. Sólo nos
queda volver a reencontrarnos, sonreir y
beber una copa de vino en recuerdo de aquel tiempo y aquellas ilusiones…
Un abrazo,
Tomas Suarez
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