Francisco ha entrado en los 80, aunque desde los 19 está bregando en el taller. Su primera misión, según me contó, fue en Valdelugueros, arreglado cosas en una casa. Desde entonces no ha parado; primero en el taller situado en "los cuarteles", hoy derruidos prácticamente, después en la finca en la carretera de la estación. Un lugar antaño bien transitado por ser camino a la estación y porque cerca del taller estaba la lechería de Lorenzana y la serrería de Pedro, aparte talcos, que era otro mundo.
Francisco parece serio, pero yo le conocí jovial en sus años mozos, con una panda animada.
Los años le han traído serenidad y su dedicación a la escultura un mundo en el que está muy a gusto
Trabajó en el taller con sus hermanos Pompeyo y Simin y eran reconocidos en toda la comarca como buenos artesanos y buenas personas.
Inquieto, en el año 64 del pasado siglo se fue a Venezuela a probar fortuna.
Este barco salido de sus manos seguro que le produce una nostalgia de su estancia por aquellas tierras, cuando en Venezuela se podía vivir, según me apunta.
Establecido ya aquí hizo del taller prácticamente su hogar, pasando horas y horas en él.
Taller a la vieja usanza, en el que Francisco creó todas sus obras que bien merecen un museo.
Francisco con su hijo Fran y Carmina, autora de las fotos del reportaje.
Me imagino que entre los pasatiempos de Francisco está el de la tertulia con los amigos( con merienda o comida, incluidas) y el fútbol.
Al ver los dos escudos allí colgados me hace suponer que son sus favoritos.
En el segundo capítulo de esta entrada podrás admirar su obra.
Desde luego Francisco es un gran artista y mejor persona. Que orgullosos nos sentimos de el. Espero que su Obra sea reconocida como se merece.
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