La temperie del agua es algo menos que tibia, muy clara y sin sabor extraño. Bañada en ella la plata no muda de color, ni pierde su blancura, pero los guijarros de los que abunda el arroyo, que forma el agua, son todos amarillos y de esta índole hay alguna espuma. Aunque hace creer no venir conducida de otra parte el agua de nuestra fuente, el brotar a borbotones desde su arenoso centro, con tal desigualdad, que unas veces se ve salir bullendo de un sitio y otras de otro y aún en varias partes del prado, que circunda el manantial, se ve la misma ebullición entre las hierbas, persuaden los contrario las razones del historiador Morales, y el acaso, de que habiendo cavado poco más arriba de la fuente, subiendo el cerro, con el ánimo de sacar un tesoro por dirección o embuste de una mujer que se hacia llamar Zahorila, se redujo el hallazgo a romper el acueducto, que habiéndole después soldado mal esta rotura, apareció a tiro de pistola del principal otro manantial, cuya agua es de la misma idea y circunstancias que la del baño.
Hace más fuerte la prueba de este discurso, no salir hoy el agua de la principal fuente tan caliente como salía antes de la función del pretendido tesoro y rompimiento del conducto, de cuya faena permanecen aún hoy los vestigios en el foso que abrieron, peñas arrancadas y terreno movido, sin que por esto no debamos creer, que puede dicho cerro abrigar en sus entrañas muchos y distintos manantiales, como lo testifica una cortadura o pequeño risco próximo a la parte de Poniente en la cual está judicialmente una fuente salobre que percibe el gusto en la que se suda de entre las piedras que la ocultan. Es bastante la copia(abundancia) de agua, que arroja nuestra fuente, pero es de notar que los prados bañados por ella se secan y otras cualquiera plantas se marchitan con su riego; por esto tienen la providencia de darle separada corriente sin que se toque en heredad alguna.
El referido Dr. Vallejo dice que observó que los barbos y otros pescados, que se crian en ella, no se pueden comer porque amargan excesivamente; pero no sucede esto con las anguilas, pues habiendo cogido en la fuente una de peso de libra y media, la mandó guisar para comer de ella en compañía del Corregidos de Boñar, Fernando Coronel, Juez de comisión, que se hallaba en ella, un oficial suyo y el referido Santiago Bausela, todos estos notaron al probarla la novedad del olor que despedía, tan subido de almizcle, que no sólo les precisó a dejarla, pero a comer de lo demás muy poco por la fragancia que en los cubiertos, y toda la sala quedó y que no pudieron desechar en aquel día. Dicho olor no se percibía en el guiso, fino en la carne de la anguila, y mientras más la despedazaba, más intenso era.
(CONTINUARA)
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