EL SABOR DE LAS PEQUEÑAS COSAS

Boñar nunca fue un centro fabril, pero tuvo sus fábricas: fábricas de talcos, de luz, de mosaicos y de gaseosas. Cuando todavía en España, por lo menos en Boñar, no había recalado la cocacola ni los refrescos, la gaseosa era la reina, que , junto con el sifón, formaban un buen matrimonio, que casaban bien con el tinto. GASEOSAS AMATO hacía las delicias de la mesa y se vendían por toda la comarca.

Su logotipo era muy boñares: el Negrillón. Ese lienzo de pared ya forma parte de la historia de Boñar. Ahí sigue desafiando al tiempo y recordandonos una época poco sofisticada en la que una gaseosa con vino tinto podía dar para mucha tertulia.

Amato Alonso, de buena hechura, fue su creador, continuado por su hijo José. El avance inmisericor del progreso acabó con ella.

Esta es la pomposa fábrica de gaseosas y sodas. Edificio que me trae recuerdos porque ahí o un poco más adelante estuvo la primera escuela a la que fuí, la escuela de D. Julio. Todavía tengo el recuerdo vivo cómo subiendo la costona para ir a la escuela los chavales de cuatro años ibamos comentando la explosión de la bomba atómica.

Seguro que más de un boñarés guardará alguna botella .  Esta humilde botella es hoy una joya histórica con derecho a vitrina. a través de su cristal nos imaginamos, como en un calidoscopio, el Boñar campesino, sencillo, el Boñar de nuestros recuerdos y nuestros amores.