Cuando esta semana santa me paseaba por Boñar, más de uno me paraba y me comentaba lo que le gustaba el blog y me animaba a seguir con él.
Lo que empezó siendo un deseo de descargar todas las fotos que yo tenía del pueblo y de sus diversos rincones, paisajisticos y urbanos, parece que ha servido para que muchos vuelvan la mirada al pasado y quieran ver a las personas que ya nos han dejado ( y son historia ) y a ellas mismas en sus años de infancia o mocedad. De hecho ha habido unas cuantas que me han dejado fotos para que las vaya sacando a luz. Es una manera de recomponer la historia y la "atmósfera" de Boñar. a través de ellas, como en un rompecabezas, vamos colocando las piezas que nos permiten recordar nuestra vida pasada y recordar cómo vivían nuestros mayoyes
Las fotos que nos pueden ayudar a esto son las de las bodas, o grupos de amigos o de colegio.
En algún blog hablé de la creación de una asociación de AMIGOS DE BOÑAR, que ayudaria a recuperar la historia y a estar permanentemente atenta a la mejora de las cosas del pueblo. Por otra parte, y hablando concretamente con Pedro Caballero, que lleva otro blog, sugeríamos la idea de hacer una exposición de la vida pasada de Boñar a través de sus fotos. Me decía Pedro que podría ser un buen marco la casa rehabilitada en lo que fue bar de Claudio y la ocasión la inauguración. ahí queda
Hoy voy a traer aqui dos fotos de dos maestros que tuve en la escuela de Boñar . Das caracteres distintos, dos maneras de "dar" escuela, pero los dos recordados con cariño: D. Mariano, de Folgoso de la Ribera, y D. Porfirio.
En un tiempo en que la escuela se entendía como un estar " amarrado al duro banco", con vara disciplinar, D. Mariano trajo una novedad y un aire fresco. además de ser un pedagogó, entendió que educar era también convivir al aire libre y nos sacaba de excursión. D. Porfirio, al que vemos en el centro de la foto, era un buenazo ( por eso más de una vez le haciamos alguna judiada ( sobre todo cuando mandaba a su esposa , Dña. Pepita, a controlarnos ). Sus métodos eran tradicionales ( le veo con la vara en la mano cuando leiamos el Quijote, edición Calleja, y ante la equivocación, palo de recordatorio ), pero nos enseñó a leer y cuando fuí al seminario nos consideraron bastante bien preparados en los exámenes de entrada. Recuerdo aquellos meses de mayo, dedicados a María en los que, con la disculpa, de llevarla flores, nos corríamos las clases con baño, a veces en el reguero del Arvejal. Valga esto de homenaje a estos maestros beneméritos.
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