En un comentario llegado hace unos días y con firma "anónimo", comentaba una fotografía del arroyo arvejal a su paso por el pinar. Decía: "¿ Baja toda esa agua por el reguero?. Tiene que dar gusto verlo. Y oirlo. Hace muchísimos años que no lo veo así".
Unas fotos sacadas estos días de atrás, aunque no con muy buena visibilidad por el tiempo inclemente, le mostrarán a él y a todos la belleza de este rincón de Boñar .
Para mi el pinar de Adrados y los alrededores es uno de los lugares que más me gustan de Boñar. Para pasear. Para estar a solas con mis pensamientos. Para ver una naturaleza todavía en casi estado puro. Para ver cómo corretean los esguilos y carraquean los arrendajos.
Y tiene razón nuestro "Anónimo" comunicante, es un lugar para "oirlo"; para escuchar el mecedor ruido del viento y el saltarín murmullo del arvejal
Adentrarse en el pinar o meterse en el robledal es como encontrarse con las soledades sonoras.
Cerca de esta maravilla que es el pinar, en la bajada o subida, como se prefiera, podemos encontrarnos con esos prados verdes, ahora sembrados de colores, que son descanso también para nuestra vista.
Sin duda este rincón de Boñar merece la pena pasearlo, escucharlo y sentirlo.
Bajando, entre brezos y carquesas, se otea Boñar. ( este pequeño reportaje de hace unos días, grisaceos días, se lo debo a mi hermana, mi agradecimiento )
Manolo, el anónimo, que en este caso era y soy anónima, te agradece profundamente este reportaje sobre el pinar de Adrados, lugar donde, como bien dices, se disfruta de un paisaje y una naturaleza en estado puro (más o menos).
ResponderEliminarGracias a tus fotografías puedo escuchar el sonido del agua, de los pinos o de mis pasos como si estuviera allí. Me has trasladado, virtualmente, a ese mágico lugar donde muchos boñareses nos encontramos tan a gusto escuchando los sonidos de la madre naturaleza.
Recuerdo cuando íbamos allí todas las tardes del verano. Andando, por supuesto. No me costaba ningún trabajo subir esas cuestas a las cuatro de la tarde pero ahora, al llegar a la viña empiezo a sufrir y parece que no se acaba el camino. Luego llegas allí y está tan fresquito y encuentras tanta paz que el esfuerzo se olvida. Pero ¡hay que ver cómo se nota el paso de los años!....o a lo peor es el sedentarismo al que tenemos acostumbrado al cuerpo.
Un saludo. Gracias por esas relajantes fotografías.
Me alegro de que estas fotografías te lleven Boñar a ti que estás lejos. Es una de las finalidades del blog.Un abrazo
EliminarGracias, Manolo, por tus reportajes, tan sencillos como llenos de afecto y poesía. Te leo siempre con mucho gusto y confieso que te he "robado" varias de las fotos para tenerlas en mi baúl de recuerdos de la niñez y juventud. Como dice la amable anónima del mensaje anterior, ¡con qué alegría subía también yo las cuestas p'al pinar! Y si os recordáis, allí había siempre un montón de gente: cogiendo piñas, merendando, tumbados en el suelo, corriendo... ¡respirando aire limpio y compartiendo con gente sana!
ResponderEliminarAdelante con tu blog, Manolo. Te leo siempre con mucho gusto.