Los rios son caminos que nos llevan amable y distraidamente a sus cabeceras. El Porma nace, como los niños, abriendose paso lentamente; luego, en su adolescencia, se hace saltarin , jugando con las piedras del camino, para serenar sus aguas maduras y lenta y majestuosamente desembocar en la ancianidad de su recorrido. Nuestro Porma de boñar a los puertos está entrando en la preadolescencia, por eso es juguetón y bullanguero.
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