El Maragato es el vigía secular de la vida de Boñar. Su compañero el Negrillón le dejó hace tiempo, Encaramado en lo alto de la torre, está abierto a los cuatro puntos cardinales, asi que no se le escapa nada de lo que pasa en Boñar. Este blog quiere ser memoria de lo que fue y es. En él están recogidas tradiciones, personas, historia.... Bucea en él para conocer mejor a Boñar.

sábado, 22 de junio de 2013

RECUERDOS DE INFANCIA ( Tomás suárez )

Tomás, para mi siempre Tomasín, me envía algunos recuerdos de la infancia. Aunque vive en Cataluña, está probado su amor a Boñar, al que lleva en la memoria y en el corazón.A él le debo, alguna que otra foto y alguna colaboración , siempre bienvenidas (la foto de la casa donde vivió, encima del taller de Macario, me encantó).
Hoy me envía esta foto del altar de la iglesia y sus recuerdos, que son los mios. Que pena que cada generación o pandilla no deje sus memorias hechas libro, esa sería la verdadera historia. Aquí tienes su envío


                               
                                  La Iglesia de Boñar

La Iglesia de aquel Boñar de los años 50 tenía un cierto ritual, sobre todo en la misa mayor de los domingos. Las mozas acudían ataviadas con sus mejores galas, cubriendo su cabeza con velos y mantillas de bellos bordados. La misa era cantada y en latin, como Dios mandaba entonces, con la cristalina voz de Celia la de Alejandro y la batuta de D. Julio el de la Academia… Lástima que el paso de los años se llevara aquel hermoso canto gregoriano, quedando tan sólo en el recuerdo el eco de su cadencia mística y sublime.

A la salida de misa, y despues de los saludos y fisgoneo de rigor, la gente joven tomaba el camino de los bares para “alternar” y tomar el vermut, o la pista Regil para arrimarse un poco mozos y mozas, mas que nada por entrar un poco en calor… decían.  El Central, la tasca de Quinto el de Arintero, Claudio, el Angelillo, Blas y Cordobin entonces juntos, el Regil, el Moreno, el bar Viejo y casa Isidro eran el rosario dominguero que recorría aquella bulliciosa juventud y no precisamente de rodillas…

Por aquel entonces yo era monaguillo, con Canina, Cateto y Genaro, que cantaba las misas de requiem con aquella voz profunda que daba miedo. D. Remigio, que entonces era el párroco, no solía consumir el vino de la “misa primera”, a lo mejor por tacañica o porque no le gustaba mucho, vete a saber, y yo me bebía las vinajeras que reservaba para la “misa mayor”, hecho que le producia un tremendo enfado que al final se le pasaba viendo la cara de “angelitos” que poníamos ante la regañina. Un dia, toda la pandilla afinamos la puntería tirando bolas de nieve a la placa de los Caidos que habia en la pared de la iglesia y pusimos la fachada perdida. Así que nos cogió por las orejas y nos obligó a limpiarla con una escalera, esponjas y jabón. A mi me parece que la dejamos peor que estaba, pero él se quedó muy satisfecho…

Caito, Gelin, los Cucos (tu les conocías muy bien), Tinín y alguno mas formábamos la panda. Jugábamos a sopas, al manrro, pelota, pite, arregancho y chorro-morro. Al atardecer Ibamos a peras y manzanas y hacíamos “porneras”, una especie de “almacén” para el futuro. A la Sra. Presenta le comprábamos cigarros de anís, y de algun lugar del que no quiero acordarme sacábamos alguna botella de anis y luego íbamos  a la “huerta de las asturianas” a montarnos la vida… Los dias de calor los pasábamos en el Soto.  El Castaño, los Chorros, la Presa y el pozo la Arena eran nuestros caladeros para bañarnos, chapotear y gritar como locos.

Tenía razón aquel sabio que dijo que en el rio nunca podríamos bañarnos en el mismo agua… Ese rio, rio de la vida que bañó y acogíó nuestra niñez, se fue de nuestra orilla y nosotros tambien nos fuimos como los pájaros se van a sus espigas en cuanto aprenden a volar. Sólo nos queda volver a reencontrarnos, sonreir y beber una copa de vino en recuerdo de aquel tiempo y aquellas ilusiones…                      
                                              
                                                                                                  Un abrazo,

                                                                                                                  Tomas Suarez

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