Para los de mi generación el pinar era como el objeto deseado. Ir de excursión a él nos parecia como ir a lejanas tierras . Ibamos en plan de exploradores: a explorar la cueva del Figar y del Gocho, a jugar con alguna vagoneta que todavía quedaba arriba en la cota de no se que explotación; ibamos también a buscar fósiles de anélidos de los tiempos de maricastaña; alguna vez a piñas y carquesas para la lumbre porque encendían muy bien.
Varias veces fuimos de excursión con aquel maestro de Folgoso de la Ribera, D. Mariano Escanciano Nogueira, que además de darnos castañas del Bierzo, tenía una pedagogía distinta a la que habíamos conocido. Entendía que salir de excursión nos beneficiaba en todos los sentidos. Me imagino que muchos guardaremos las fotos de aquel entonces. Estas que ves son de 1948 y 1949.
Las cuevas nos atraían de una manera especial, pero la verdad nunca nos atrevimos a entrar muy adentro. En torno a ellas se desataban cantidad de imaginaciones y fantasias, como las que teníamos al pasar por el pinar de D. Herminio, en el que nos decían que habia sepulturas de los moros de la guerra.
Para nosotros el Pinar y los Pinarines si que fueron relevantes y forman parte, como se dice ahora, de nuestra memoria histórica infantil.
No se si alguno habrá explorado lo que se pueda explotar, me encantaría saber cómo es nuestra cueva, que por lo menos, a falta de grandes salas con estalactitas, llenó nuestras cabezas de simas y pozos profundisimos en los que si caíamos no voleríamos a salir. qué tiempos felices para mi pandilla.
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